Restauración en tierras del Quetzal
Poesía. Encuentro entre la palabra y el ambiente místico.
Julio Montes Escala
PADIGITAL
Javier Romero fue el representante de nuestras letras junto a David Robinson, en el VII Festival internacional de poesía de Quetzaltenango, que se celebró del 3 al 8 de mayo y que fue dedicado a la memoria del escritor Luis de Lion. Este festival es uno de los más importantes de la región y es organizado por la fundación Metáfora Xela.
Es un espacio en el tiempo en el cual la palabra y el ambiente místico se encuentran. “Está ligado a la cultura Maya. Siento que es una deuda que tenía con la poesía. Algo muy hermoso me esperaba en Quetzaltenango, ahora no me cabe la menor duda”. Nos dice el poeta Javier Romero sobre su participación.
El primer escalón se dio con una ceremonia de invocación del Universo realizada por un guía espiritual maya, para luego seguir con la tanda de poemas que se dio en diferentes liceos, universidades, plazas, parques, iglesias, estaciones de policía y cárceles, inclusive.
Gran parte de los poetas se encontraron por primera vez en el centro cultural Caja Lúdica. “Fue como una especie de peregrinaje porque de ciudad de Guatemala fuimos a San Juan Comalapa, donde leí mis primeros poemas. Me llamó mucho la atención la iglesia, porque tiene elementos católicos y mayas. Al día siguiente tuvimos un taller, y de ahí fuimos para Quetzaltenango”.
El recorrido hacia el lugar del festival estuvo algo “vertiginoso”, pero la legión de poetas puedo ver el lago Atitlán y los volcanes que lo rodean. Algo que fue como una ofrenda del mundo maya para todos estos artistas.
A pesar de ser un evento de nuestra región en el festival, participaron Fakhry Ratrout de Palestina, Aitana Alberti hija del inmortal Rafael Alberti. René Morales de México, Daniela Camacho de México, Dira Martínez de Venezuela, Sebastián Miranda de Costa Rica, entre otros.
Nuestra poesía ha ganado mucho interés en la zona. Muchos son los que conocen la obra de César Young Núñez, Tristán
Solarte, José de Jesús Martínez, Manuel Orestes Nieto. Lo colegas de Javier no perdían la oportunidad para preguntarle sobre estos pesos pesados de la poesía panameña.
Romero no solo es poeta, también es actor, director del grupo de Teatro Rayuela y profesor de Literatura. Delirios de la sangre (2003); Meditaciones en un laberinto (2006); Lluvia Inflamable (2009) son algunos de sus libros de poemas.
A pesar de la situación de violencia por la cual ha atravesado la región centroamericana, estos festivales son parte importante del proceso de restauración. “Es un pueblo que está aferrado a la vida de una manera poderosa y poética. Siento una gran admiración por este pueblo pletórico de nobleza. Un fragmento de mi corazón se quedó en Guatemala”, expresa Javier Romero.
La herencia que Javier recibió del pueblo guatemalteco, la huella que su cultura ancestral dejó en el ánimo del poeta, se resumen en palabras de nuestro vate chorrerano: “En Cajolá, la montaña entró en mí como el canto de un pájaro en la madrugada”.