Julio Montes Escala
Reseña publicada en la Estrella de Panamá.
Ten cuidado con lo que deseas! Puede ser una frase para resumir el contexto de ‘Frankenstein’de Mary Shelley, en la cual el doctor Víctor Frankenstein, decide hacer una creación basándose en sus estudios.
Víctor fue un hombre hogareño hasta que tuvo que marcharse a la Universidad de Ingolstadt en Alemania –que de hecho, existió- y permanecer mucho tiempo dentro de la estructura hogareña hizo que creciera en él un rechazo hacia los extraños.
Contrariamente a lo que muchos piensan, no es una obra que nos ponga a temblar de miedo. En esta novela, que tiene partes epistolares, y una alternancia con sus dos personajes centrales, sustentados ambos en un narrador protagonista, los lectores se van a encontrar a un ‘monstruo’ con cierto deseo de convivencia, pero que es víctima de la soledad y de la sociedad hasta que se contamina poco a poco y llega a ser una verdadera bestia.
UN MONSTRUO HUMANIZADO
Veremos un Frankenstein, con rasgos muy humanos y con gran sentido del arrepentimiento. Un mounstruo que tiene capacidad analítica al tener en sus manos: El Paraíso perdido de Milton, Vidas paralelas de Plutarco y Werter de Goethe. La ‘creatura’ manifiesta una identificación con el planteamiento de Milton, al señalar que ‘Lo leí como si fuera una historia real. Me conmovieron los sentimientos de asombro y respeto que un Dios omnipotente, guerreando con criaturas puede suscitar. Me impresiona la coincidencia de las distintas situaciones con la mía, y a menudo me identificaba con ellas. Como a Adán, me habían creado sin ninguna aparente relación con otro ser humano, aunque en todo lo demás su situación era distinta a la mía’.
Frankenstein es un personaje que se siente ahogado por la soledad y rechazado por su aspecto. Se siente en desventaja ante el personaje masculino del jardín del Edén en ese sentido. Hasta llega a pedirle una compañera a su creador.
Los personajes Félix, su hermana Ágatha y su padre, el señor De Lacey, representan seres en los que ‘Frankentein’ pudo ver la bondad y la hermosura. Con ellos, que eran sus vecinos, logró encariñarse y tomar en cuenta la virtudes sobre los vicios a pesar de que solo los veía desde lejos.
MARY SHELLEY
Mary Shelley, hija de Mary Wollstonecraft, mujer de mucha cultura e ideas progresistas y William Godwin, escribió este libro a los 18 años de edad. La madre, de esta escritora inglesa nacida en 1797 y fallecida en 1851, murió al darla a luz. Ella, junto a su hermana Fanny Imlay, fueron educadas por su padre. Su nombre real fue Mary Wollstonecraft Godwin y tomó el apellido por el que es conocida de su matrimonio con el poeta romántico Percy Bysshe Shelley.
Mary redactó ésta su obra maestra de la literatura debido a una idea del autor George Gordon Byron o Lord Byron, con quien la pareja pasó una temporada. Durante ese tiempo, Byron propuso que cada uno escribiera una novela de horror. El resultado de esta especie de ‘taller literario’ fue Frankenstein o el moderno Prometeo en el año de 1918. La primera edición fue prologada por el poeta Shelley.
Todo esto inicia con las cartas del capitán Robert Walton a su hermana Margaret, para luego dar pie propiamente a la participación de Víctor Frankenstein y la consecuencia de su experimento.
Es su temible aspecto lo que provoca que sea visto como una ‘cobra’ y de allí el rechazo que sufre y que genera a su vez una conducta agresiva hacia los demás. Frankenstein se sintió así desde el momento en que descubrió que era producto de un experimento.
Con su lectura no se va a sentir en una casa embrujada u otro lugar tenebroso, va a hace sobretodo un recorrido por Ginebra, París, Londres, Holanda y por paisajes nevados.
Al repasar esta joya de la literatura pasa por nuestra mente el tema de la clonación. Frankenstein es una forma de ejemplificar las consecuencias de los proyectos que muchos tienen en mente y cómo devienen cuando la situación se escapa de las manos de su creador. Hay que pensar muy bien las cosas para no quedar atrapados en nuestros propios sueños.
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